domingo, 17 de julio de 2011

Amigas para siempre

Es inútil tratar de enmendar la gruesa grieta que se ha trazado en nuestro camino. Ese que parecía que podría durar mucho más tiempo en el que pudiéramos continuar superando las dificultades e inconvenientes juntas, se ha dividido bruscamente, sin darnos tiempo a despedirnos. A veces intento asomarme entre los matorrales, con la esperanza de vislumbrar tu rostro y sonreirnos como lo hacíamos antes, sintiendo una paz agradecida, como una brisa de estabilidad y confianza que extraño. Pero ya no te puedo ver. Nuestros intentos de encontronazos se ven sofocados, como si se pretendiera avivar esa última llama que, se sabe, va a perecer entre las cenizas. Pero te quiero. Dios mío! No sabes lo que te quiero! No habría cambiado ninguna de nuestras disputas -que no eran pocas- porque eso era lo que nos hacía especiales. Podemos echarle la culpa a cualquier cosa, a cualquier factor que haya afectado en nuestras vidas. Sé que tú lo harás. Pero, admitámoslo, el camino estaba trazado. Nosotras caminamos sobre él, y fuimos felices. Juntas.

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