jueves, 21 de julio de 2011

Onlyyou

Quiero que cesen las palabras que sólo muestran mentiras, que mentes ingenuas creen. Quiero que nadie se muestre contrariado por el hecho de que seamos las personas más felices del planeta. Quiero que continuemos siendo únicamente tú y yo, en nuestro mundo sin problemas, donde no existe nadie más. Te daré todos mis días a cambio de continuar este instante en el que te sonrío y lloro de alegría simplemente por saber que, como hace un instante ya ha ocurrido, nuestros labios se fundirán una vez más.

domingo, 17 de julio de 2011

Amigas para siempre

Es inútil tratar de enmendar la gruesa grieta que se ha trazado en nuestro camino. Ese que parecía que podría durar mucho más tiempo en el que pudiéramos continuar superando las dificultades e inconvenientes juntas, se ha dividido bruscamente, sin darnos tiempo a despedirnos. A veces intento asomarme entre los matorrales, con la esperanza de vislumbrar tu rostro y sonreirnos como lo hacíamos antes, sintiendo una paz agradecida, como una brisa de estabilidad y confianza que extraño. Pero ya no te puedo ver. Nuestros intentos de encontronazos se ven sofocados, como si se pretendiera avivar esa última llama que, se sabe, va a perecer entre las cenizas. Pero te quiero. Dios mío! No sabes lo que te quiero! No habría cambiado ninguna de nuestras disputas -que no eran pocas- porque eso era lo que nos hacía especiales. Podemos echarle la culpa a cualquier cosa, a cualquier factor que haya afectado en nuestras vidas. Sé que tú lo harás. Pero, admitámoslo, el camino estaba trazado. Nosotras caminamos sobre él, y fuimos felices. Juntas.

domingo, 26 de junio de 2011

Robando

Adelantar los peldaños del suelo sin dificultad, como sobrevolándolos, haciendo que las calles nos contemplen con envidia, que la gente de nuestro alrededor sean meros observadores de nuestro gran festival. Con la sonrisa impresa en nuestras caras, grabadas con un satisfactorio acero, nos miramos, vacilamos, y finalmente nos besamos, dejándonos engullir por la impetuosa necesidad de nuestros labios, ahogándonos en el mar de "te quieros" y "te amos" por el que nadamos sin rumbo pero claros en nuestra decisión de no separarnos...

viernes, 29 de abril de 2011

Pequeño texto

Como cada mañana, salí de mi casa de Embajadores con parsimonia, respirando el aire fresco de las primeras horas del día. Ya había sacado de paseo a Axel, así que podría air a donde quisiera sin ninguna prisa. Tras discutir mentalmente conmigo misma, decidí acudir cerca del Barrio de las Letras, a “la cafetería de los dolores”. Así la llamé hacía tiempo, pero la verdad es que me encantaba ir a ese sitio, sentarme en una mesa cualquiera y dejar pasar el tiempo ojeando un libro. Llegué allí en unos veinte minutos y, es extraño, al ver la pintura verde de su fachada y sus vidrieras, una sensación de bienestar y satisfacción me embriagó. Aunque no era la única vez que me pasaba. Será la alegría de volver a un lugar querido, de recibir de nuevo los recuerdos pasados que se encontraban escondidos en lo más profundo de nuestras mentes.
Abrí con curiosidad la puerta, y la campanita sonó, descubriendo mi presencia. Sonreí en el acto, sabía que Juan, el dueño, se giraría para verme. Pero no estaba.

   - Buenos días, Lucía - mantuve la expresión sonriente al recibir el saludo de la mujer de Juan, Elisa.

   - Buenos días, qué extraño no ver al señor Vellana - dije con disimulado interés.

   - Verás, preciosa, es que mi pobre Juan volvió a coger fiebre y lleva en la cama unos días. Pero no te preocupes, dice que en cuanto mejore, pegará un salto de la cama para volver al trabajo. Yo le digo que por su edad, seguro que acabaría herniándose. - rió agudo, de forma graciosa y tierna.

   - Siempre tan optimista - reí - eso sí, lleva un año algo complicado…

   - Ya ves, pero él se lo busca. No quiere ir al médico por mucho que le insista. Siempre llamándolos matasanos. Y yo le digo que no, que lo que hagan lo harían por su bien. Pero nada.

Mientras hablaba, giré la cabeza hacia las mesas. En el piso de debajo se encontraba una pareja de estresados hombres, trajeados y con portátiles sobre la mesa; y una mujer, Estela, con la cual ya mantuve alguna que otra conversación (ella también es cliente habitual de la cafetería). Me levantó la mano como saludo y yo le sonreí. A continuación, alcé mi vista al segundo piso. En un primer momento creí no ver nada, pero un breve movimiento me mostró mi error.

Allí, solitario, un chico de unos veinticinco años leía un periódico. Tenía el pelo castaño cuidadosamente peinado hacia atrás con gomina, unas gafas de pasta negra cubrían sus ojos y llevaba una barba de unos pocos días. Portaba un jersey gris, con una corbata negra y, bajo la mesa, asomaban su par de zapatos oscuros.
Elisa descubrió mi búsqueda de un lugar en el que sentarme, mientras asía un platito.

   - Siéntate donde quieras, cielo, ¿qué quieres tomar? Aunque mi marido no esté, aquí seguimos mi sobrino y yo, ocupándonos del negocio - volvió a reír.

   - ¿Sobrino? No sabía que tuvieran un sobrino - pregunté extrañada. Juan me había contado cientos de anécdotas sobre su vida, pero nunca mencionó la existencia de ningún familiar a excepción de su hija, un tío suyo de Extremadura que falleció hace muchos años y, claro, su mujer.

   - Bueno, sobrino, sobrino, no. Es el nieto de mi hermana, que en paz descanse, pero lo queremos como un sobrino. ¡No! Como a un hijo. Carlos, ¡Carlos! Ven, que te quiero presentar a alguien - gritó dirigiéndose a la puerta batiente que escondía tras de sí la cocina - dijo que quería ayudarnos, ya que ahora que está en vacaciones y nosotros lo acogemos en casa para que se permita estudiar aquí, en Madrid. Es un sol.

De la cocina salió un chico alto, con la cara un poco chupada. Era muy delgado, a diferencia de Elisa y de Juan. Tenía el pelo rubio y algo largo, ojos marrones claros y un piercing en el labio inferior.

   - Carlos, esta es Lucía. Lucía, Carlos.

   - Encantada Carlos - extendí mi mano. Nos fundimos en un apretón, la suya estaba temblando.

   - Lo mismo digo - asomó una sonrisa.

   - Lucía, ¿qué vas a tomar?

   - Ah, si, lo siento. Lo de siempre, zumo de naranja y leche sola.

   - Ahora mismo - dijo Elisa, ya recorriendo frenéticamente el pasillo de detrás de la barra.

   - Así que estás estudiando - le dije a Carlos, que permanecía de pie e inmóvil.

   - Si, acabo de terminar segundo de Bellas Artes - se paró un momento mirando al suelo - pero, ¿no te sueno de nada? Yo te veo mucho por los pasillos, pero no conocía tu nombre.

Abrí los ojos con notable sorpresa. No recordaba haberlo visto nunca, y ya era mi tercer año en la universidad. Aunque bien es cierto que muchas veces creemos conocer a mucha gente y desconocemos a demasiados, como futura periodista no podía dejar escapar tantas caras que me rodeaban en el día a día.

Sin poder contestar, uno de los hombres de la mesa alzó su mano y, cuando Carlos miró, hizo un gesto imitando el movimiento de la escritura. Elisa mantenía su ritmo de trabajo ausente a todo, exprimiendo las naranjas, depositando la taza bajo la máquina que dejaba escapar ruidos desveladores de su antigüedad.

   - ¿Me disculpas? - me dijo el chico alto y rubio, dirigiéndose hacia ellos.

Aunque yo le seguí detrás, vi conveniente sentarme ahora que no tenía nada más que hacer. En un primer momento dudé en si subir, atraída por contemplar la mirada de aquel chico desconocido, pero la idea pronto fue descartada. Sería una verdadera tontería.

Pasó media hora, yo ya había consumido mi zumo y la taza de leche. A mi libro a penas le quedaban unas páginas para ser finalizado. En aquellos días, la mayoría de gente utilizaba esas eBooks, introducían una tarjetita y leían un libro pulsando la pantalla plana para subrayar, pasar página, o lo que quiera que hicieran esas maravillas. Me parecían bien, yo misma tenía uno. Pero esa sensación de abrir cientos de hojas y mojarte el dedo para posarlo en una lámina de celulosa era única. Por eso me gustaba ir a leer los libros que había recuperado de un baúl de mi abuela a la cafetería de los dolores, que desprendía un agradable olor a madera.

Francisco de Quevedo se encontraba entre mis manos cuando oí unos pasos ligeros pausarse en cada escalón. Mi corazón se aceleró inconscientemente al saber que era el chico de las gafas de pasta, y que pronto se pasearía frente a mis ojos.
Intentaba sosegarme mientras él caminaba tranquilamente hasta la caja. Miré su mano cuando le entregaba un billete a Elisa y acomodaba la correa de su maletín a la forma de su hombro.
Mi yo interior gritaba para evitar que se fuera sin más, pero calló en cuanto vi que me miraba y dedicaba una abierta sonrisa, justo antes de girarse e irse.
Lloré, me emocioné, y titubeé por dentro. Pensando en aquel chico que en tan poco tiempo hizo que toda la ilusión que había perdido desde la última vez que estuve con un chico, en esa misma cafetería, renaciera sin ningún tipo de miedo a las consecuencias.
Pero, claro, ¿qué consecuencias habría? Si, tal y como había entrado en mi vida, se fue…


jueves, 31 de marzo de 2011

El telón

Se encienden las luces y me miras tras tu mata de pelo, extrañamente peinado para la ocasión. Pierdo constancia de lo que hago y haré en esos dulces momentos de encuentros visuales, de tiernas sonrisas, de temidas caricias. No te he dicho nada de lo que pienso, pero sé que tú lo presientes, por las cuidadas frases que me dedicas, preocupándote por mí, buscando mi bien, ahuyentando mi mal. Ojalá supieras que con un simple abrazo mi dolor se iría en el acto. Mas no, hay mucha gente, muchos ojos acusadores siguiendo mis pasos. ¿Por qué dejamos que el amor sea controlado por lo que los demás opinen, y no por nuestros sentimientos de verdad? 
No sé cómo he tardado tantos años en darme cuenta de tu belleza, de lo que vales. Hemos crecido juntos y aquí estamos, hablando entre nosotros, ajenos al mundo que nos rodea, solo tú y yo. De pronto te acercas, mi corazón empieza a acelerarse. Tus manos se aproximan a las mías y entrelazas nuestros dedos.

Soy feliz. Me siento eufórica, especial... y dominada por lo que nunca había sentido antes. Eso que llaman amor.

Pero las luces se apagan, y cae el telón. Con él mis sueños, mis esperanzas. El amor...


lunes, 28 de marzo de 2011

No puedo

No puedo seguir mirando como decaes. No puedo ver tu agonía, ya superada creía. No puedo soportar  tal belleza plasmada en unas cuantas líneas marcadas de penas y alegrías, que con una simple palabra describas exactamente el momento y tus sentimientos. No puedo... Es difícil de explicar, mas me gustaría pensar que por lo que yo he tenido que pasar no sea ahora tu pesar. Por el momento no puedo querer, pero, por favor, no dejes de componer. Quizás para otra mujer, que más agradecida y menos idiota ha de ser que la que tiene el alma rota al leer cada uno de tus versos. Eso se llama talento y, créeme, que no te miento...


domingo, 13 de marzo de 2011

pesimismo

¿Y si yo hubiera estado? ¿Habrían cambiado las cosas? Ven, luz maldita, ven y revélame el destino. Ven, y enséñame el pasado y el futuro, ven y muéstrame el dolor. Que una astilla ha conquistado mi alma, se está pudriendo, y la boca del mudo me insulta y se burla de mi pesar. De la condena de portar las semillas del árbol que nunca madurará. Que la semilla negra en las cenizas no puede crear belleza.

lunes, 21 de febrero de 2011

¿Alguna vez has repasado todos los momentos con una persona una y otra vez buscando los primeros signos de que algo va mal?




Y sentir que todos esos sueños que creaste junto a esa persona solo se quedaron en meras ilusiones. Pero, ¿nunca lo has pensado? Otra persona estará ahí fuera destinada a cumplir cada momento que tú desees, a quererte. 



domingo, 13 de febrero de 2011

¿Ilógico?

- Cierra un momento los ojos, y mantén la mente muy abierta. ¿Podrás hacerlo? No te asustes. Solamente te lo pido para que comprendas un poco mejor mi posición en la conversación que hemos tenido. Bien, ya los tienes cerrados, ahora olvida todo lo que eres, tus ideales, tu religión, tus recuerdos, desde los más profundos hasta lo que has desayunado hoy. Eres un individuo vacío, no contienes ningún tipo de información, y solo te guías por la lógica y la razón. Ya sabes lo que eres, ahora te introducirás en un mundo. Este mundo es un planeta, relativamente pequeño, con 4.567 millones de años desde que se formó y 1.000 desde que apareció vida en él. En el viven unos seres, son iguales que tú en aspecto, pero ellos rigen su existencia según unas normas y creencias implantadas colectivamente. Quiero que, tal y como te he dicho que ahora eres, busques una razón lógica a que en este planeta, los seres hayan sufrido guerras, alianzas, colonizaciones, acuerdos, catástrofes, triunfos… entre ellos. A que en ese mundo, dividido en países, un hombre pueda ser capaz de quitarle la vida a un niño por un mandato. A que el dinero sea motivo suficiente como para lanzar una bomba a cientos, miles de inocentes personas. A que una catástrofe sea de una magnitud mayor o inferior dependiendo de la importancia mediática que se le ofrezca. A que, tras años de tener que esconder su condición, hombres que aman a hombres y mujeres que aman a mujeres tengan que ser atacados con las denigrantes amenazas e insultos de gente que se hacen llamar “liberales”. A que, con el conocimiento de tejidos sintéticos, siga siendo motivo de aprecio que alguien porte la piel de un animal muerto y asesinado brutalmente. A que en ciertos lugares, se celebre la alegría de vivir de las personas asesinando a otros seres vivos. A que clavarle banderines a un animal confuso hasta su muerte sea cultura y que cada vez sea más difícil adquirir un libro lleno de conocimientos. A que un juego en el que hombres tratan de meter un balón en una portería consiga movilizar a millones de personas, mientras que para revelarse contra las injusticias de la corrupción apenas actúe nadie. A que medio planeta se muera de hambre, y la otra mitad desespere por tener una Blackberry. ¿Comprendes esta situación?

- No - contestó él brevemente, desconcertado y confuso por lo que acababa de oír.

- Pues ese es el planeta en el que vivimos, y esa gente somos tú, yo, y todos los demás. Esa es nuestra vida. ¿Ahora quieres cambiarla, o seguimos discutiendo?

domingo, 6 de febrero de 2011

A Madrid

¿Cómo agradecerte esos bellos momentos que siempre me brindas? ¿Cómo disculparme por las duras injurias que te lancé? En cada esquina el sol brilla sobre tus fachadas, los árboles se expanden por tus largos caminos. Esos caminos que me llevan a nuevos mundos, distintas épocas, tantas sensaciones…

Te doy gracias por el amplio abanico de conocimientos que me has entregado. Por las historias que te inundan, por las leyendas que te dan vida y los viejos mitos a los que viste nacer.

Gracias por la gente que mantienes en tu cobijo. De todas las razas, religiones, sexos, edades, ideologías, costumbres… Cada una de ellas tiene muchas cosas que poder contar, pero ya lo haces tú por todos. En las callejuelas que recorro se pueden sentir las almas que en su día las recorrieron, como yo, descubriendo poco a poco cada teja, picaporte o balcón.
Deseo que algún día también me aceptes a mí entre tus brazos.

Gracias por tu cultura, eres el huerto donde los artistas de la pluma, del pincel, de la lija… dieron sus frutos exaltando la grandeza de nuestra historia.

Eres el dueño de todos y no eres el dueño de nadie. Eres odiado y amado. Yo espero que no cambies, me quedan muchos detalles y rincones que conocer, mucha gente, muchos momentos…

Gracias y adiós de nuevo, Madrid. Ojalá nos veamos pronto.






lunes, 24 de enero de 2011

old

Quien quieras que seas. Donde quiera que vivas. Lo que quiera que leas, veas, escuches o degustes. Quiero que sepas que existo, que estoy donde siempre, esperándote. ¿Tengo que salir a buscarte? ¿Me encontrarás tú a mí? No es difícil que lo hagas. Estaré nerviosa, mirando a todas las personas que pasen a mi lado, deseando que seas tú. Se verá en mi mirada la carga de decepciones y llantos que derramé a lo largo de mi vida.
He creído que tú eras otros, dejé que mi corazón se dejara llevar, por error. No confío en nadie. Ya no estoy segura de nada. Será complicado que te haga caso, pero tengo la sensación de que cuando nos encontremos, da igual dónde y cuándo, algo sentiremos los dos. Algo que me hará cambiar y querer estar contigo. De todos modos, no sé si esa sensación existe. Al igual que tú...

martes, 18 de enero de 2011

mezcla

Quisiera escribirte algo, pero no tengo fuerzas, ni valor, ni verdaderas ganas de hacerlo. Ni mucho menos encontraría palabras para expresar verdaderamente lo que siento... Te odio, pero te quiero. No quiero verte pero deseo hacerlo. ¿De verdad creo lo que estoy diciendo?

Algo tengo claro, y es que no pienso desperdiciar días pensando en algo que no tiene solución. Disfrutaré con mis amigos, y pasándolo bien con las pequeñas cosas. Como hoy, ser feliz porque, aunque sean cinco horas en el conservatorio, estoy con gente a la que quiero, que me quiere, con la que reír sin miedo a que me cuestionen ni me hagan sentir mal. Gracias, sinceramente, por ver que sigue existiendo gente tan especial como lo sois vosotros. Si todas las clases fuesen como la nuestra, levantarse no sería un problema. Sería una motivación.

Motivación es también que la gente que apenas te conoce, te demuestre un mínimo de interés en ti, incluso de preocupación. Muchas veces me siento sola, y saber que con una sonrisa ajena, aunque desconocida, puede hacerte sonreír a ti también...

domingo, 16 de enero de 2011

mb

Porque cada persona es como es. No hemos sido formados cual ejército de seres perfectos e iguales. Tenemos cientos de defectos, miles de cosas buenas que la gente espera ver. No puedes juzgarme por poseer unas características, ellas me definen tanto positiva como negativamente. Tenemos distintas formas de pensar, yo respeto las tuyas. Si crees que tenemos que ignorar todo lo que nos pase, vale, no puedo hacer que cambies de opinión, ni me interesa. Pero si yo quiero emocionarme por algo, déjame emocionarme, si quiero sufrir por amor, déjame sufrir por amor. Reír sin motivación, eso es lo que haría si ignorase el dolor que siento muchas veces. Lo pasaré mal, si, pero ¿a quién le incumbe? Solo a mí, y yo creo que podré madurar y aprender mediante ese mal trago psicológico, nada físico, nada relevante...
Sé que todas estas palabras te dan igual. Piensas que solo soy una niña, no sé pensar por mí misma y me mueve mi orgullo. ¿Sabes qué? Que no sabes nada de mí. Una persona no es únicamente lo que pueda decir, sino las acciones que lleva a cabo, y como se enfrenta a la vida. Y yo le plantaré cara, siempre.


El amor y yo jugamos al pilla-pilla. Cuando él me encuentra, yo me escapo. Cuando yo le pillo, él se va...

domingo, 9 de enero de 2011

Felicidades

Es una palabra que superficialmente no dice mucho, lo diría cualquiera que pretendiese alegrarte el día de tu cumpleaños. Pero debe de prestarse atención a lo que viene detrás, quién es el portador de dicho vocablo. Yo puedo asegurarte que cuando te lo digo es por algo mucho más extenso que me gustaría decirte aquí. Muchas felicidades, porque hace 17 años que naciste, que llegaste por primera vez al mundo y llenaste a tu familia de alegría. Sé que no te conocí hasta que tú tenías 13 años, parece que está pronto, pero fíjate, ya son casi 4 años desde que te vi por primera vez y mantuvimos nuestras conversaciones.
Recuerdo que las tardes de septiembre, después del viaje a París, se hacían cortas contigo caminando por Matogrande y riéndonos y pasándonoslo bien. No sé tú, pero desde aquellos momentos supe que podría contar contigo, que estarías siempre ahí para escucharme, porque hasta en tu cara se veía ese brillo de confianza que pocas personas tienen, pero que tú desprendes.
Y así fue. ¿Quieres que cuente todos nuestros momentos? ¿Desde que quedábamos todas las tardes de sábado hasta la tarde del 30 de diciembre, última vez que nos vimos? ¿Desde que jugamos con amigos que aún siguen junto a ti en el puerto, sacándonos fotos y disfrutando por pequeñas tonterías hasta las partidas de cartas que tenemos ahora y los días inolvidables que pasamos juntos? Recuerdas todo eso, y mucho más. Tengo plasmado,  como una película de las buenas, cada minúsculo momento del viaje de París, el viaje a Austria, y cada tarde contigo. Puedo decirlo, eres una de mis mejores amigas, de esas que aparecieron como de la nada y se han quedado ahí desde el primer hasta estos días.
Te quiero mucho, Nuria. Y 17 años son pocos, mira todos los que te quedan, y espero que muchos (muchísimos) de ellos sigas contando conmigo cuando quieras. Sabes que tienes un hombro en el que llorar, en el que reír, una persona a la que contarle sus problemas, alguien que intentará solucionarlos y a quién contarle cualquier tontería, historias, sueños (jajaja).
¡Muchas felicidades, cielo!

viernes, 7 de enero de 2011

para ti

Porque nuestra historia es difícil de contar. Hace solo unos pocos años que te conozco, que sé de tu existencia, pero hemos vivido ya tantas cosas que has conseguido ser parte de ese mural de gente a la que quiero tanto. Quizás para ti no sea mucho, pero créeme, te puedo afirmar con toda convicción de que así es.
¿La primera vez que te vi? No podría asegurarte que lo recuerde. Adivinaría el año, el mes e incluso el día. Un martes, a mi entender. Pero en mi cabeza no quedó grabado lo que pensé al verte. Yo solo estaba asustada y evité entablar mucha conversación el primer día. Aun así, ese año cambiaron las cosas para mí. Únicamente eras un compañero más de clase, que junto a otra más hacíais el dúo cómico. Me hiciste las horas menos largas indirectamente. ¿Quién hubiera dicho que ahora nos llevaríamos tan bien?
El segundo año, comenzando una nueva etapa. Ahí si que me marcó tu influencia. Comenzaste a ser un buen amigo con el que pasarlo bien, reírnos en clase, contarte mi vida... sobretodo superficialmente, pero se asentó una amistad que poco a poco fue creciendo. Hasta el tercer año, donde ya nos conocíamos, cuando sabía cómo actuabas, cómo reías, lo que te gustaba, lo que te discustaba... En el que comencé a llamarte "mejor amigo", porque sabía que podía contar contigo, que en cualquier momento de derramar lágrimas tú estarías ahí a mi lado. Teníamos (y tenemos) mucha confianza, ¿y cómo no? Si para mí eres como un hermano.
Porque ahora eres un imprescindible para mí,  no sé qué haría yo sin verte sonreír, porque tu sonrisa consigue sacarme una a mí, con las dificultades que eso tenga. Sabes cómo alegrarme y percibes, por el mínimo gesto en mi expresión, si estoy triste. No cambies, por favor, eres único.
Espero que te guste esta breve entrada, sabes que mereces miles de folios con agradecimientos por cada momento que pasamos juntos pero, ¿qué le voy a hacer si ya sabes cuánto te quiero?

jueves, 6 de enero de 2011

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Cegada por algo que no sabes si ocurrirá, con alguien que no te hace caso. Sueñas con que un día se acerque a tu ventana con un ramo de rosas y palabras dulces que sean más preciosas que las estrellas que abrazarían la situación, cuando en realidad él estará en su casa sentado, pensando en otra persona. ¿Duele más no tenerle o verle con otra mujer? Yo sufro por saber que mañana no podré llamarle, ni abrazarle como he deseado mil y una veces. Quizás otros chicos sean mejores, si; o no tiene comparación con otro chico que te haya gustado, vale. Pero estas cosas no se planean, esto surge. Y tras meses de silencio me dan ganas de gritar a los cuatro vientos que tú eres el único en el que pienso, y con el que me gustaría estar.